Descripción
Cuenta una leyenda maya que en uno de aquellos amaneceres en el que el joven Nuscaa encontró a una joven bañada con la cálida luz de los primeros rayos del Sol. Nuscaa creía imposible que existiera algo en el universo capaz de opacar a los rayos del dios Kinich Ahau hasta esa mañana. Fue testigo de una belleza incomparable, muy distinta a todo lo que él había conocido anteriormente. Su nombre era Itzanami.
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